Horas faltaban para el crepúsculo.
En el incierto pasillo solo murmullos rompían el silencio,
y el cansancio del insomnio y la labor
adormecían el progenitor en una silla aislada.
Con violencia el ala de una puerta rompió la escena,
Una dama de blanco con sus brazos cruzados
Emerge con cuidado de la habitación
y un pajarito envuelto en sabanas sorprende.
La impresión lo enmudece.
Con ansiosa y temblorosa prisa recibe a la esperada.
Su frágil estructura enternece.
Sus ojos examinan el entorno.
al final las miradas se encuentran,
se reconocen,
se inundan de felicidad.
La dama de blanco regresa,
Los brazos se extienden,
Ella debe volver al resguardo.
Su madre espera.
La felicidad es completa.