El aire puede ser afilado
escuchando al triste...
saboreando su dolor...
junto a su almohada violácea.
Da! dara dara! dara ra!...
me veo bailándome
bailándome a mi mismo
Y cantándome
desde uno de los cuerpos de la nube.
Huele a hierba y huele a tierra
la canción de esta luna loca.
Ella silva:
¡arde mi corazón!
¡pero hace un chingo de frío!
¡que chingadera de tarde!
Si... de pronto la luna es de Mexico.
Christian Jovani
(Derechos reservados del autor).