emiliodom

No me llames

 
Resulta cuerioso, o como mínimo sorprendente, comprobar, como
las personas ausentes, que gozaban de nuestro cariño, entran con
sigilo, en nuestro cuarto de los recuerdos...
Las vivencias, con el transcurrir del tiempo, van perdiendo su 
fragancia, y por consiguiente, esos recuerdos, lo hacen de forma
más espaciada.
La tristeza se mitiga, y las lágrimas dejan de brotar, pues tan sólo
lo hace alguna que otra furtiva, hasta que terminan secándose
a medida que se agota la fuente del dolor...
¡Un velo, cubre nuestra retina, y los recuerdos se difuminan con 
el paisaje, colores nuevos ayudan a distraer el alma!!