Danny McGee

THE DREAMER.

THE DREAMER.​

Hoy, cuando me desperté, recordé que había soñado que amanecía entre tus brazos y que, arropado por tu piel, sentía el refinado sigilo de tus labios.​
Desperté con el aroma que a tu cuerpo hace distinto, con ese que las rosas amanecen los domingos.​​

De pronto fue tu beso el que azuló el paisaje de este nuevo amanecer, y yo busqué lo eterno para luego refugiarme en las aguas de tu piel.​​
Navegué hacia la bahía que a tu cuerpo hace distinto, por aguas que tranquilas amanecen los domingos.​

Por este sueño mío, yo pinté en la madrugada todo un sol en tu cintura, siendo luego conducido por el claro de tu espalda a una diáfana aventura.​​
Me pude ver desnudo y haciéndote el amor, creando aquel embrujo que es tan sólo para dos.​​

Recuerdo que mi beso fue a caer entre tus piernas a buscar la dicha eterna de tu llano pensamiento y que el sol de los secretos nos decía que la vida es la alzada poesía para quien ama en silencio.​
Sentí que era tan tuyo como yo te sentí mía, que al fin nuestro futuro nos mostraba una sonrisa.​

Un sueño... es cierto que fue un sueño, pero que va hacia lo real de lo que ambos prometemos: que vendrá una madrugada donde juntos despertemos y abrazados nos veamos donde amaneció lo nuestro: el amor… el destinado por los ángeles del cielo.​