Miguel Ángel Miguélez

LA VISIÓN

 

 

 

He visto

los dedos amputados de la noche

descolgarse blandamente por la espalda de la luna,

la leche de un pezón ya moribundo

arder como arde el agua entre los labios,

la estrella que no brilla sino en sueños

y adoran los no dioses adorados de la tierra,

esos que llenan de azúcar sus estómagos

para vomitar la miel por los vencidos

que suman su derrota a otra derrota

y dejan tras de sí los huesos rotos

a pura rendición y cobardía,

ahogados por un mundo intrascendente.

 

He visto todo esto con mis ojos,

los mismos que mirabas con lujuria

antes de arrancarlos de tu rostro ante el espejo.

¿Dónde estarás ahora?

¡Oh tú!, hermana del recuerdo y la palabra...

¿Dónde la vida, dónde?

¿Dónde el amor y la esperanza?

 

Apenas vamos ya quedando en nada.

A base de perder hemos ganado

pero, ¿de qué nos vale la victoria

cuando ganar es solo fuego de artificio

en una fiesta a la que no te han invitado?

 

Dame el silencio de una vez y vete.

Déjame tragar amargo el universo.

Que todas las constelaciones que hoy fluyen espesas por la boca

se apaguen de repente y sea dicho,

y aquí termine conmigo,

el último poema

de mi carne putrefacta,

descomponiéndose entre el tiempo 

y el olvido recurrente de tus besos.

 

*

MÁM

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