Después de tantos años, enhiesto y primoroso;
queriendo con tu copa querer tocar el cielo;
la huella de los tiempos, te cubren con su velo,
quitando a tu figura su porte majestuoso:
Tu sombra fue el arrullo de aquel amor glorioso,
que igual que tus ramajes, de encanto fue modelo;
y ahora en tu agonía, tan solo el desconsuelo
abriga aquel entonces, que fuera tan hermoso.
Tus ramas deshojadas, de musgo se han cubierto,
y el verde esplendoroso que fuera tu ropaje,
lo mismo que las nubes, se pierde en el poniente.
Igual que mis ensueños, está tu garbo yerto,
y tristes los canarios añoran tu follaje
que fuera de sus trinos magnífico aliciente.
Autor: Aníbal Rodríguez.