-"Quisiera ser capaz de entrar
en la luz de las cosas que escribes.
Ser capaz de parecerme más y más
a tu letra i de inequívoco"
(Ah, vaya gestos absurdos los tuyos
ante la inocencia de unos versos -dejados aquí-
sobre la mesa, junto al vaso vacío, casi secretamente...)
"Yo quiero crecer –me escribías-
como esa luz transoceánica hasta tocar tus fronteras,
tus consignas. Crecer hasta tocar tu boca,
soplar el paladar de tus palabras. Ser astilla despiadada
(como el vidrio en tu pie de hace un mes)
y clavarme para siempre en tu orilla..."
Y yo, que solo quiero acampar como una sombra esquelética
en la orilla de un sueño tuyo para despertar con guirnaldas,
con fragmentos de lo que sea... Para multiplicar al sol en tus ojos
y disemines colores.
Solo quiero ser una franja de tu nostalgia, de tu país,
de tu risa, para coleccionar tus tardes
de ensueño junto a las mías color naranja,
desde el techo mas peligroso de tu alegría.
Pero aquí la noche sigue impune.
Por décima vez veo en la tv “mujer bonita”
y pienso en el aliento seguramente a pepsi cola
de Julia Roberts y en tu puerto en Río de la Plata
de donde cuelgan descuidadamente, unas nubes
en las tardes donde quisiera sudar yo, estas palabras...
Ahora es media mañana y en la distancia
Per Gessle me despierta con su invitación:
“c´mon, join the joyride”,
vaciándose desde un stereo también distante.
Mi pie más izquierdo (despierto antes que yo)
sigue el tono de la melodía y
en medio de la letra hermosa,
en inglés duro, me doy cuenta que te extraño...
Un, dos, tres cafés,
sin encontrar la cucharita para el azúcar,
escribo esto y doy todo sueño por hecho...