Es un largo viaje de amar,
sintiendo el placer de esa felicidad
temprano cada mañana,
contigo Madre santa y Virgen bella...
Gran señora de luz inmaculada,
que haces que renazca,
al reflejo de tu mirada ya eterna,
tan próvida y nutricia...
Que caminamos en la dicha,
hora tras hora después de la alborada,
creando un nuevo idioma,
lleno de pureza en sublime llama...
¡Oh, Virgen viajera!
Que me llenas de tu dulzura absoluta,
hoy brindo con este poema,
por tu buena amistad y santa compañía...