Lucy Quaglia
Algonquin Número Siete
Con un rallador
que tengo en la mano
voy rallando el tiempo
de la vida de antaño.
Los loons se pasean
flotando en el lago
frío de deshielos
que el agua aumentaron.
El verde del bosque
susurra por siempre
llenando mi oído
de cantos y ruídos
de hojas que se mueven
sin prisa ni pausa.
Son hojas que bailan
al son del sonido
del viento en el agua
mientras que se escuchan
cantos de mil ranas.
El asador cerrado
va indicando algo:
señoras, señores
nos vamos mañana.
Dejaremos esto
que es casi un edén
enfrentando pronto
los mil despelotes
que esperan en casa,
vida cotidiana
del pueblo que tiene
todas las ventanas
mirando hacia el sol
saliendo temprano
en cada mañana.