Se ha muerto el invierno de luces cortas,
donde la distancia parecía
ser poca.
Y dio paso al verano de eternas risas
Donde te llegarían mis suspiros
con la brisa.
Los ocasos vistos desde la azotea, me cantarán de nuevo tu dulce canción
Aquella que nos hiciera eternas
las horas de pasión.
Sin embargo, hoy
llorona por dentro visto de harapos,
Sometida al duelo de nuestra relación,
atrapada en las cuerdas de un moribundo la la sol,
Te invento rimas y melodías
que disfrazan el dolor,
Canciones y poemas que nunca resultarán, en aquello que alguna vez fue tan fuerte como un huracán.