Llegaste cuál primavera
como una cálida brisa
con esa dulce sonrisa
que emana tranquilidad
Con esa tierna mirada
traviesa y escurridiza
tan bella y amaderada
que me logró despertar
Llegaste en ese momento
en qué imploraba al destino
servirse pues de mi gracia
guardarme a la eternidad
Inmerso en mis pensamientos
y del tiempo apercibido
convencido a la arrogancia
de en tus brazos despertar
Llegaste en un río de calma
tan frágil y hasta sumisa
cómo el agua que desliza
y evoca a la infinidad
Cernida tu extravagancia
con el fulgor de tu risa
que me atormenta y hechiza
en pos de su vanidad
Llegaste a mi sufrimiento
que a mí corazón herido
cuál ave que con su trino
lograste resucitar
Aunado al remordimiento
de mi ego ya insostenido
intentando a la distancia
nuestras almas estrechar
Llegaste envuelta de magia
con esa tu aura genuina
con tu escencia cristalina
que mi ser ha de ensalzar
Y a los matices de tu alma
que me envuelven, que me erizan
ningún reparo tendría
mi corazón entregar.