Diego Nicolás García Contreras

Vi en la lama

Tan rico el aroma de mi pieza,

Cuál mora a la sombra de un verano,

A la orilla del canal,

Nardo en flor, naranjal profundo en la lejanía con rayos en su superficie e intacta tierra húmeda de su regazo...

Iracuanda la agonía 

Absoluta de desidia...y música acompasando corazones polvorientos...

Tambores con tarros de leche...

Acentos constantes bajo las nubes y el viento...

Y abajo...mojados sin saberlo los peces...

Reunidos al Vaivén de sus colas...

Sorprendidos por la sutileza vibratoria...

De todas las ramas nadadoras...

De la piedra que acaricia tímpanos 

Golpeando una y otra, 

Vez contra otra, 

Gorda e inmutable entre el barro y el musgo,

Que son la atmósfera ligera 

El telón del cada obra 

Que no puede ser contada

En honor a las horas, 

A mis pies sobre la pradera

A los ojos de mi alma 

Que llora renacuajos y lama

Para vibrar una vez más...