Triste mundo sumido en densa niebla
te debates de forma cruel y vil,
esperando el final de la contienda
que acabe con tu mísero existir.
Mientras tú te retuerces en el fango
y agonizas en tránsito febril,
una escena inaudita va forjando
un nuevo despertar de dichas mil.
Es Jesús! el inmenso, el inefable
que intercede, Aleluya! en tu favor,
mundo vil de semblante despreciable
no mereces tal prueba de su amor.
Hélo ahí que se ofrece mansamente
a sacarte de estigma y maldición,
hélo ahí que se presta dulcemente
a brindarte su excelsa bendición.
Hélo allá en Belén do el desciende
en pesebre de pajas del mesón,
cuando allá en los confines El posee
mil palacios tan bellos como el sol.
Es de moza virginal y pura
escogida de Dios por su bondad,
nace Cristo, de alegría fulgura
su ser hecho de nívea castidad.
Los heraldos de saráficas trompetas
ya proclaman de Dios el sumo don,
y pastores abandonan la dehesa
y le rinden al Señor su adoración.
Gloria, gloria! al Señor, los elementos
sin cesar dan hosannas, dan loor,
y corales de ángeles portentos
ya entonan aleluyas con fervor.
Gloria, gloria! al Señor en las alturas
y en la tierra a los hombres dicha y paz,
Ha nacido Jesús! Cante natura!
la canción de bonanza y de solaz.
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Tres sabios de oriente que esperaban
por la fé la venida del Mesías,
con tributos y dones se aproximan
rindiendo al Niño-Dios su pleitesía.
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Prorrumpa el orbe la canción serena
la canción de alegrias, entonad!,
la canción de ternura: Gratia Plena
...Gratitud al Señor... Loores dad!
R. Gruger / 1960