Hartos de mentirnos y de hacernos tanto daño
dejamos fuera de la comunicación los te amos,
desnudos de verdad por la noche sempiterna
tu aliento cálido y el ritmo de tu acompasado corazón
son mi arrullo, arrullo noctámbulo y sobre tu brazo
reposa el duro día de mis desiertos, tranquilos, asfixiantes
horas de soledad y este fúnebre destino automático.
Clausuro los instintos, no hay permanencias lo sé y yo voy
a cada segundo sospechando y sospechando que esta rutina
consumió la increíble sensación de poseernos, de abrazarnos,
y el confort de tus besos tiernos los deseo más que antaño
apasionados y no hay más remedio, nos estamos separando…
y todo tan cierto, claro el tiempo nos va consumiendo,
nuestros dedos que se entrelazaron, de atarse firmes
de apoco se van cansando, tus ojos arrugaditos
se sobreponen a la luz de los milagros, dejamos de vernos
nos estamos perdiendo y ya no lo intentamos.