El cuerpo hermoso del alma
se extiende en contorsiones
exóticas en una danza con el arroyo
y mis suspiros se refugian
dentro de la fortaleza en la campiña
las flores saltarinas se han aferrado
sobre los cómodos lechos en el techo
y hasta el suelo mojado tiene
curiosidad de encontrar un espacio
-ahí arriba-
junto a los pétalos traviesos
se ha coloreado mi cognición de clorofila
mi alma toda es un color secundario
que por el amarillo del sol
y el azul de cielo han teñido mi interior
y aunque cae el manto crepuscular
yo cierro los ojos y sólo veo verdor
por doquier y logro estremecer
mis sentidos enardecidos
para cuando ya se duerman
las luciérnagas
acumularé
bajo mi almohada
mis cantos verdes
que emitiré por la mañana
para que con el agua danzante
-entre sonoridad y baile- se vayan
mis suspiros mojados hasta
los confines de este mundo lozano