Quizá mañana lluevan estrellas por doquiera
y nadie sepa nada del trono desconcierto;
quizá mañana caiga la nube pasajera
y lleve la sonrisa de un cuerpo ya desierto.
Quizá mañana digan que no existe frontera
y que se da un poema para el hombre inexperto:
quizá la luna corra buscando primavera,
en la que un día un hombre quedó por siempre muerto.
Samuel Dixon