Te subes en una barca sin importar
si es;
de madera, de goma, de cualquier cosa…
Quieres cruzar el mar,
esa frontera que separa tu agonía,
el miedo a perder la vida.
Subes en esa barca sin preguntarte
¿a dónde voy?
Solo importa huir de esa muerte segura,
de la hambruna, del horror, del dolor…
de todo el sufrimiento que conlleva
después de una guerra …
de una interminable y agónica guerra.
Pasan los días y todo sigue igual
mientras la madre piensa que
al otro lado del mar…
seguramente se encuentra la Paz.