Permanecer en calma, discreto, haciendo ruido con mis palabras sin destino, humedeciendo las piedras de un arroyo seco el cual me pregunto cómo logra rellenarse súbitamente, es acaso el diluvio de pensamientos que dejo caer sobre esta libertad escrita o tal vez proviene de la acumulación de pensamientos prolongados hechos de noches sin dormir... no comprendo porque se me confío esta libertad que me deja ser alguien más sin dejar de ser yo mismo, donde desangro y cierro heridas constantes, donde me he sabido muerto varias veces y también he renacido sin saberlo.
Escribir tiene una relación con el mundo que ahora vivo; rodeado del lenguaje cósmico que descifran las matemáticas, con cada nota van saliendo funciones que forman la parábola en la que péndula mi vida sin punto fijo, entre la negatividad nostálgica y la positividad enérgica repentina. Irracional en muchos momentos, pero apegado al tiempo que me rodea.
Tanto por escribir sobre lo que pienso y no pienso, sobre mis anhelos y satisfacciones escribir sobre mi descifrado interno y los candados que siguen sin romperse. sumergirme en mi profundidad sin ahogarme, encontrando sensaciones indescriptibles, pero auténticos motores de inspiración en este océano de sin sentidos que nos ofrece la existencia.
Escupir esta insaciable libertad hasta mi última muerte y mi último día con vida.
Siento mi indeterminada posición, pero al observarme con mis palabras, entonces cambia, logro situarme en algún extremo entre el tiempo y la nostalgia; tan cercanas como la vida y la muerte y tan lejanas como los sueños y las realidades. Y cuando vuelvo, despierto de nuevo en mi indeterminación cuántica.