Aparta tus manos soñadoras
de esta trampa de nervios,
puedan hacer tus sonrisas
que me levante y no es pronto
cuando de la bruma nocturna
surge un haz mortuorio,
evocación de los sueños
que se tuvieron despiertos
paseando por el campo
y oyendo a los pájaros,
el eco celeste
de un sol en su fragua,
lo mismo que de antiguo
tantos contaban,
es el frío punto de vista
de quien algo ha pasado
en la vida mientras tanto
se llevaban de él pedazo
los años...
Me alcanza un suspiro
y ves que me arrastro
suplicándote, en fin,
que me dejes latir
vagamente a mi ritmo
instintivo, que sí,
viento que pasa tranquilo
rozando la danza en su idilio
es rosa cautiva
a la vez que gris lirio,
es la llama que aviva
el soplo de un astro allí arriba,
cerca de los dioses que velan
el sueño mezquino
de animales perfectos.
Se acabaron los nunca;
la fiebre posee
un sabor cierto a vino
yo aquí
sobre inciertos y libros
deseando sonrisas,
labios, piernas, chicas
que me acaricien
mientras duermo en suspenso
sobre un universo de perlas,
de mares azules
que me traen ya de vuelta
al rincón,
al borde de lo desconocido
en un precipicio suicida
viendo al monstruo rugir
incontrolables su ira
y sus ansias de mí.