como gárgola en vigilia
encauza el destino
de las almas,
inocentes, acendradas
malvadas, o efímeras,
las envuelve con un manto
de aflicción, dolor, temor...
convirtiéndolas en
oscuras e impasibles,
les enjuga las lágrimas
mitigando pesares,
y con sonrisa meliflua
las acoge dándoles ventura,
es cúmulo de gratas
e ingratas experiencias,
desde el momento de nacer
hasta el final de sus días.