Como todo en la vida es pasajero
siempre mando mis penas al olvido;
y cantando mis versos cual jilguero,
de ilusión, su alegría yo prefiero.
Nunca llantos en sombras me han hundido
y disfruto el momento placentero;
pues jamás el dolor encuentra nido
en mi pecho, de júbilo vestido.
Es por ello que nunca la tristeza
en mis ojos verán que parpadea;
porque tengo de amor, la hermosa idea
que su rostro es retrato de belleza;
donde brilla la luz de su grandeza
que le sirve a la vida como tea.
Autor: Aníbal Rodríguez.