Ni ofendo ni temo
con respeto en mano
me dice mi padre
sin tono elevado,
ganándose el pan
con proceder cauto;
ese es mi modelo,
y aunque no es un santo
merece mi aprecio
y un aposento alto,
donde rimas sacras
le borden un marco
y en él su figura
como fiel retrato
donde olvide penas
y todo lo malo.
La distancia impide
darle un fuerte abrazo,
mas no impide o borra
el recuerdo amado
que vuela a mi mente
cual turpial en llano,
libre y cantarín
bajo el azul manto.
Más que unos poemas
es mi alma en un diario
abriendo los surcos
para sembrarle algo,
que no se marchite
y sea respaldo
por si a mí mañana
me lleva el ocaso,
allá, donde espíritus
son los calmos vados
que riegan sabanas
con aguas de mayo.
Papá, mi modelo
es seguir tus pasos...
Mereces mis versos
y un aposento alto.
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