Soñé un camino recto
un sendero formidable, desbordado de aventura
ni triste ni sonriente, tan solo excitante, impetuoso.
Lo soñé de un gran sol ardiente
desbordado de viento y fuego
bajando de la montaña como el río
hasta morir viviendo, entregado al mar
como llenando la vida de un eterno riego
Soñé un camino, sin lenguaje
sin infortunio ni quebrantos
llevándome a alguna parte
como un tren entre ventiscas
bordeando los abismos
por las cumbres de un alma grande
majestuosa y eterna.
Soñé un camino, de ida y regreso
y a cambio me encontré un desierto
sin veredas ni senderos
Ni recto, ni curvo
impreciso, cargado de torrentes
desbordado de locuras
sin montaña, sin río
sin boca para los ruegos
ni sol para la noche
sin besos para soñar despierto
Añoro comenzar de nuevo
de regreso a la casa de mi alma
a la espera de la amiga
yendo hacia alguna parte
rodeado de la vida que su majestad levanta
sobre el infortunio y el quebranto
sobre la locura y el llanto
para fortalecer lo frágil y llegar a lo eterno