En los brazos del poniente las mujeres se decoran
como rosas tricolores enlazadas de ternura;
en los ojos de la tarde son siluetas con dulzura
que sollozan la palabra de dos almas que se adoran.
En los labios de una rosa se detiene un pajarito
con sus alas murmurando la plegaria de un adiós.
Las mujeres tan sumisas van buscando un amorcito
que les diga que los besos solo los planea Dios.
Dux Den