Te contengo en mi alma
cuál criatura en su nido.
No cedas vida, no ahora…
que hemos avanzado tanto.
Te nutro de serenos pensamientos,
finas emociones, nobles acciones.
Te protejo con las paredes -y redes-
de mi cadencioso corazón ¡fuerte!
Tú, guerrero azul,
no cedas, eres fuerte.
Mi dulce niño celeste,
no cedas, sé paciente.
No te desboques, no te abortes,
que a pesar de la estrechez que viene
en su final, gozarás el aire
de una nueva libertad.
Si, pronto nacerás, renacerás,
y dado a luz, lleno de luz,
todo mal, vencerás.
El tiempo lento
y la nebulosidad
valdrán la espera.
La prisa nunca fue buena aliada
de una orgullosa victoria real,
en el alma, duradera.
Habiendo sin dolor parido
para ti… floreceré virgen.
Y solo tuyo será
el pistilo de mi deseo.
Pronto, mecerás sus raíces,
Pronto, beberás en sus ríos.
Te tengo en mí
y a la vez te extraño
con una rara ansiedad
crecida de fe.
No cedas, amor, no cedas,
que yo tampoco cederé.
Lo mágico, lo bello, lo pleno, lo divino,
en la delgada estela de un suspiro,
al despabilarse un sueño
a nuestra verdad
está por llegar.
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P-Car
Paty Carvajal-Chile
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Imagen: Adam Martinakis
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