Como musa me habitas
peregrinar de un reloj,
un reloj de compases, en tu tiempo
y mi tiempo.
Navegas, dormitas, naufragas por mi cuerpo,
¡Qué difícil olvidarte!
¡Qué difícil, los recuerdos!
cuando ellos te enmarcan,
y por siempre a ti ceñidos
añorando los reencuentros.
La barca en que navego no tiene faro ni puerto.
Y en mis ojos tu imagen
con su delirio supremo.
¡Rosa de mis vientos!
Te conocí en mis júbilos,
te hice luna de mis cuentos.
Me invente tantas muertes
para mi eternidad sin tiempo;
y una fe para soñarte
velero de mi puerto.
¡Velerito que naufraga, sin faro y sin puerto!
Estás aquí presente
y acunada en mi pecho.