No era una barca a la deriva ¡No!
Sabía adónde quería llegar
pero a veces las olas la arrollaban.
Era tan fuerte el mar con su bravura,
estaba tan convencido de su dirección,
que no admitía otros caminos,
la barca debía ir a su ritmo...
Y es así como ella se acoplaba
mansa y obediente,
cansada de navegar contra corriente...
No era una barca frágil ¡No!
Estaba hecha de roble
con maderos gruesos y aguerridos.
No lucía como antes,
algunas grietas delataban larga vida,
pero su fortaleza consistía
en su alma noble,
en su temple al enfrentar tantas tormentas.
Sólo que ahora prefería
dejarse llevar y no pelear,
dejarse arrastrar,
sentir la brisa acariciante
y olvidar su falta de libertad...
No era una barca resignada ¡No!
Sólo que había aprendido a esperar
mejores vientos,
mejores tiempos…
Si por casualidad te acercas a verla
parece una barca común
sin pretensiones de grandeza
parece estar tranquila,
aunque en su interior puja una fuerza,
un deseo que no cesa,
una búsqueda constante.
Quiere hallar su propia ruta
y lograr sus propias metas…
No es una barca indecisa ¡No!
Sólo que ahora espera una señal
para no equivocar el rumbo,
para encontrar la mejor ruta...
para partir hacia sus sueños…