Al separarnos, aquella tarde
fría y lluviosa de otoño
dos lagrimones densos
surcaron mis mejillas-.
¿Era el dolor de la partida,
al perder, lo que se ama?
O ¿el reconocer, estimo,
de mi ego las heridas?.
Es triste saber, sin retaceos
que el amor,
fue sólo, el fruto del deseo.
El fervor,
de la pasión que atrapa,
y te ilusiona a pensar
que la felicidad, te llama,
cuando no es más,
que dicha vana.
Como vano son, lo recuerdos
que atesoras.
Puedes pasar horas,
muchas horas
pensando en el mañana,
con la pretensión de volver,
pero todo, todo
como la vida se evapora.
y no hay lugar, para el retorno.