Es tu indiferencia sonámbula y fragante,
tal como si los astros estuviesen dormidos,
igual que un diluvio de ojos parpadeantes,
de cielos estrellados, de ciclones y tornados.
Tu inmutable indolencia se asemeja a un ébano dormido,
advierte que detrás de este mundo tu voz se apaga,
que ya no se aparecen tus miradas inocentes,
y tu rostro es una apatía de vanas ilusiones.
Has logrado, que pierda la conciencia,
quien pudiera declararte la guerra con mi silencio,
pero sin embargo te pienso, y el corazón me devora,
Me has matado con tu desidia,
quisiera decirte que cada noche le canto a la luna historias de ti,
bajo la enredadera de los blancos jazmines, mi mente se aturde.