Despierto en esta nueva vida, con este nuevo cuerpo lleno de inocencia. Miro a mi alrededor y siento un vacío enorme, miradas nítidas, conciencia de esta nueva vida, este nuevo ser…
Aún no logro acostumbrarme al vacío de tu no presencia, una tristeza abrazadora y la nostalgia de no poder mirarte frente a ese lienzo, pedazo de ti, de esa pasión en tu mirada, torbellino de protección en tus manos fuertes, manchadas de sensibilidad sublime.
Recuerdos de una vida en donde no había tiempo, solo tú y yo. ¿Dónde estás? ¿Acaso la divinidad me dejó trascender sin ti?
Pasan los años. Amores pintados de tristeza, vacío y soledad abrazan mi cuerpo y mi esperanza de encontrarte en alguno de ellos.
Aún arde en mi ese fuego esperando a encontrarse con el tuyo, dulce presencia esperando recibir amor y embriagarse en pasión desbordada.
Paraíso terrenal, reducido a una habitación con una ventana y una vista hacia la inmensidad que nos regala una brisa suave que acaricia nuestros cuerpos desnudos fundidos en uno solo. Cientos de miradas y paisajes maravillosos son testigos desde los lienzos, que se unen a nosotros en una danza de colores.
Nostalgia de mi alma, sé que te encuentras en la misma cautelosa espera en que nuestro ser vuelva a encontrarse para seguir danzando hasta la eternidad.
Lucía Elizabeth Méndez Navarro.