En este mundo de vulgar idolatría,
convulso y algo más que despiadado,
caminan miserables a ambos lados,
en el de los desposeídos
y en el de los acaudalados.
Es un mundo carente de valores,
en el que los pueblos eligen al tirano;
y este luego se ríe en los balcones
y olvida a los que ayer daba su mano.
Es el dinero quien gobierna a las conciencias,
la honradez fue solo error de los ancianos;
ya no hay pulcritud ni en las ciencias,
y la palabra no agrega valor a los humanos.
Por dinero se inventan nuevas guerras,
se compran cañones para alimentar el hambre,
y por lo mismo nunca llegará el desarme
ni en las manos ni en las almas de los hombres.
xE.C.