¿No es triste aquel que sonríe,
ni valiente aquel que huye?
¿No son azules los días soleados,
ni morados los cielos estrellados?
¿No es la vida un laberinto
donde los finales son muchos
y las despedidas tan pocas?
¿No es perdonable aquel arrepentido,
que perdido en su ego
dejó de ser bueno?
¿No es admirable la dama errante,
mustia, ilógica,
perdida entre sueños; vagabunda,
mentirosa piadosa,
flor y espina,
danza y sexo; sexo e infierno,
que hechicera
termina odiando lo amado,
anhelando lo pasado?
¿No es la existencia un barco perdido,
que buscando la tierra,
se hunde en marea?