A Hamilton Rener
¡Ay del dolor!… la muerte tan fatales
males en mi alma quiso propagar,
pero la luz que siempre de los males
penas disipa súpome ayudar.
Porque vertió en mi copa su ponzoña,
dulce ponzoña de ácima nostalgia,
pues… pareciome al vino de Borgoña
¡pero sabía que era la nostalgia!
¡Ay del dolor!… la muerte tan fatales
males en mi alma quiso propagar,
pero la luz que siempre de los males
penas disipa súpome ayudar.
Quise surcar los mares tormentosos
pero me hallé a mi paso los peñascos;
fueron los mares gratos y tortuosos
hechos de ensueños, hechos de los fiascos.
¡Ay del dolor!… la muerte tan fatales
males en mi alma quiso propagar,
pero la luz que siempre de los males
penas disipa súpome ayudar.
Todas aquellas penas y congojas
guardo ya en esta rosa que deshojas.