¿Habrá alguien que pudiera
extrañar mis tres palabras?
¿O quien busque por las noches
en la luna, semejanza
de alguna de sus facetas,
a las que encontró en mi cara?
Cuando me vaya,
igual que un grano de arena
que se pierde en una playa,
se perderá mi presencia
y en el fondo de la taza
no quedará ni una gota
del café de mis mañanas.
De la pálida sonrisa
que en mis labios dibujaba
cuando las tardes de lluvia
golpeaban en mi ventana.
Cuando me vaya
volverá a quedar vacía
la huella sobre mi almohada
y se apagará mi sombra,
descansará mi fantasma,
se esfumarán mis suspiros
y el ruido de mis sandalias.
Después, reinará el silencio,
la puerta estará cerrada;
quedará una flor marchita
sobre la mesa, olvidada.
¿Acaso serás feliz
realmente, cuando me vaya?
¿No buscarás mis “te quiero”
a los pies de nuestra cama?
¿Se empañarán unos ojos
con el velo de una lágrima?
¿De tristeza, habrá algún gesto
sincero en alguna cara?
¿A quién dolerá mi ausencia,
cuando hoy mi esencia no basta?
¿Alguien alzará la voz
Si en mi presencia ahora calla?
¿Tendrá mis respuestas Dios
acaso…cuando me vaya?