Entre tus cabellos oculto mi voz y mi silencio se desliza bajo tu cuello y el viento en fúlgidos susurros se dispone a relatar los detalles de cómo los caballos adquirieron sus alas.
Me quedé dormido, mas pronto abro mis ojos, ¡ha amanecido!, el cielo se ha teñido de color esperanza y cada vez que parpadeas pintas un arcoíris en el horizonte de mis suspiros.
Descubro que en las cordilleras de mis pensamientos miles de rocas se precipitaron hasta el fondo del abismo donde yacen dormidos mis entes oscuros.
En mi rostro hay rastros de una catástrofe, una lluvia tempestuosa erosionó mis mejillas, mas cuando dormido estuve, posaste tus labios sobre los míos y unidos sangraron tan vehementemente y se dijeron cosas que jamás comprenderé, porque si las comprendo, ya no podré decir que: ¡te amo!