Los sentimientos se desenvuelven con las personas que son el pasado y habitan en mi presente. Escribiendo sale una parte de mi que me comprende aunque yo no me entienda, donde puedo fantasear con ser lo que no soy: redimirme, inventarme, sollozar, extenderme a otros espacios de la conciencia y percibir las cosas de manera diferente a traves de la escritura de mis manos; de alguna manera dejar de ser lo que soy todo el tiempo cayendo en una paradoja.
Si soy lo que escribo, pero no escribo lo que soy, entonces quién puedo ser donde no estoy...
Llanuras sagradas aguardan ser exploradas; extremos caminos que he de recorrer con fervor olvidando alguna clase factible de compañía, olvidando que pueda haber alguien capaz de atravesar hostiles caminos a mi lado: son terrenos trazados para mí, quizás en algunos haya mentes que puedan coexistir en este recorrido. Dime cuánto tiempo he esperado la mente ideal, olvidándome que el secreto guardado dentro de mi, es exclusivo.
Es inútil desear tener el atrevimiento de alguien más para darme alguna seguridad de que lo mío pueda resultar. Cierro mis ojos, cierro las ventanas de mi interacción y esto a que me ha llevado. Muchos lugares ya he perdido, cuánta vida te han hecho perder tus pensamientos...
Nada puede escapar del tiempo, del corazón que da la vida, el valor viaja por mis venas, mi sangre desea conocer algo más. No quiero morir sin haber dejado huella en la efímera existencia, plasmadas mis ideas y sensaciones comprendidas a medias, comprendidas completas o de una manera diferente, pero nacidas de mí, nacidas y dejadas para perpetuar mi recuerdo. En el sentir hay vivir, sentir mi humanidad a través de la intensidad que es agregada a mis emociones.
A mí alrededor no encuentro alguna persona que parezca mirar hacia la misma dirección, el precio de seguir este sendero ha sido la soledad al no poder comunicar con alguien más todo esto sin sentir la amargura de saber que no eres escuchado, pero mientras exista un sentir, existe una razón porque vivir.