LA PLAYA.
(FRENTE AL MAR).
Sobre el mar contemplaremos las gaviotas jubilosas, sus juegos infantiles, el amplio azul que tienen para sentir la vida, sentirse libres.
Una y mil veces me dirás que no es posible, pero yo sé que ese día pronto va a llegar, que está próximo el silencio de tus ojos en los míos, en el cual juntos veamos la danza de las olas y -por qué no decirlo- la misma cantidad de sueños en el mismísimo horizonte.
Nos veremos a los ojos. A ambos llegará el deseo de convertirnos en un beso, de llevar el sentimiento a la más alta fantasía, al rincón de lo soñado que descansa entre las nubes, ahí donde se encanta el sol frente a la playa.
Caeré en tus pupilas. Sabré que vas contenta, contenta por la vida. Veré cómo se mezclan tus palabras con las olas y el volar de las gaviotas paseará por tu sonrisa.
Otra vez nos miraremos. Y esta vez nuestras miradas buscarán en nuestras almas el mayor significado, el que la vida nos entrega con soltura y precisión, el que a dos almas convierten en un mismo amor, en un mismo ideal, en un mismo sueño, en un solo camino para los enamorados.
Volveremos a mirarnos. Lograremos ser un beso. Romperemos nuestros miedos para quitar también las dudas y avanzar a paso firme.
Una y mil veces me dirás que no es posible, pero yo sé que ese día pronto va a llegar. Nacerá nuestro beso. De repente volarás y volverás a sonreír. Y tomados de la mano, bajo el sol y frente al mar, crecerá nuestro arcoíris directo al porvenir.