Siempre hay un lugar al que volver,
un cruce de caminos,
un mapa en la palma de la mano.
También hay días a la puerta de los días
que respiran mies recién cortada,
donde volar cometas y escuchar los ecos del universo,
donde van a varar los restos de un naufragio.
En el espejo, la niña de ayer,
como una luna blanco que brotara de tu pecho,
camina sobre ti como una gota
de agua en el vaho de unos vidrios.
Espejo triste, ciego cristal,
apenas luciérnaga de suave temblor,
lento y fluvial reflejo del olvido,
borrada la pesada huella ya no hiere tu silencio.
A tu alrededor, nada parece acontecer,
tan solo tú existes como una virgen desposada con la tierra,
anónima como el amanecer de una noche creada para tus sueños.
Escucha, serás feliz, aun ese pequeño rescoldo
de dolor que va despegándose en silencio de tus labios.
Las canciones regresan, mientras el carillón
de las aguas empaña el tardío despertar de las orillas,
donde la hierba crece con lentitud de sur
entre árboles que van floreciendo pájaros.
A la altura del mar, llegará junio y el verano
se irá tras las estelas que van dejando los barcos.
Nubes quietas moverán el cielo,
navegará la tierra por todas las edades,
y si ha de caer la nieve,
es porque en tu corazón aún hace frío.
Ahora duermes, y no soy yo
quien te mira sino un ángel.
<<< 02.OCT.2022>>>