Hay fogonazos entre mis coincidente, mis ojos que se refrendan entre bordes y todo parece normal, el día se consume y ya nada es igual. Camino por el aire para fingir ser desigual en un largo viaje espiritual, busco armonizar mi aura, pero solo hay excepciones casuales y debo romper las reglas, para aclimatarme a ser útil con mis pensamientos.
El diccionario me engaña en una sombra larga, el pasado se vuelve una historia atribular, trato de cruzar el límite y caminar hacia el espejo, con una cargar pesada de emociones, donde el reflejo, parece savia de árbol viejo.
El tiempo divide los años en ecos, mártir se vuelve aquel que estremece otoños y la redención llega al pulsar los retumbos estrepitosos del corazón que se vuelven movimientos, hacia donde ir entre la odisea de los vientos, y viajar al más allá, del puente con vida real o a la desigualdad de lo que mis ojos ven.
Oh!! Morar entre la supervivencia sin control, para no contemplar las dudas de este carente mundo accidental. Muriendo por costumbre, oprimiendo mi puño, con la desazón misma, muchas veces preguntándome porqué pasan tantas cosas que uno se detiene a pensar y el mundo sigue avanzando, en la reflexión de la razón misma. Aguardando la esperanza de resucitar con la deglución translaticia bajo la ofuscación, de arrancar la flaqueza que me ahoga, sin poder a veces de darme el coraje de llevar adelante mi pensamiento como razón, con la franca rectitud y la sabiduría, que mis padres me enseñaron, el respeto ante todo y el trabajo como vida sustancial, para ser independiente y no un esclavo, luchando convencido de no caer en el abismo y vivir para lo que fui creado.
Trato de no desviar mis sentidos y prevalecer de pie aunque el mundo se me caiga en cima, sobreviviré hasta el ultimo aliento, porque después de todo solo se trata de vivir.
Busco la paz alrededor para distraerme un poco pero solo hayo envidia, mentiras, y la desigualdad de todos los días. Reflexionar a veces se vuelve complicado porque el odio se consume la abstinencia del pecado por soberbia.
Y al final solo hay un destino sobre el tiempo, que disimula la realidad, convirtiéndose en fabulas cotidianas del día a día, que simplemente es la ingenuidad del comienzo del fin de los días...