¿A dónde te llevan, Amiga?...
Dicen que Nada te faltará.
Fuiste madre cuando no habías terminado de ser niña,
Y después te casaste
con un boxeador amateur.
¿A dónde te llevan, Amiga?...
Si no habías terminado de ser madre aún.
Y te vas…
Con miedo de niña, para mojar la tierra,
Amiga… Te vas.
Casi termina la liturgia, Amiga…
Ese cielo no tiene estrellas,
como amurallar las ventanas del hogar.
Llora el boxeador amateur.
Para qué sirve el bostezo, Amiga,
del pastor que garantiza que, Nada te faltará…
Para qué dejar que las hierbas cubran los umbrales,
Amiga…
Y a tus hijas e hijos, ¿¡nada les faltará!?...
Ahora que mojarás la tierra, Amiga…
“La materia se transforma”,
el pastor afirma…
Y el alma empieza a emigrar.
Y, ¿para qué sirve el arrepentimiento
de un boxeador amateur?
¿Y para qué la materia, Amiga?
El arrepentimiento
y el llanto no se transforman en bostezo jamás.
Y tu nieto llora, Amimga,
y busca huellas de plumas por todo el lugar.
No existe metástasis, Amiga,
de alegría, tampoco de paz;
mas, bostezando, el pastor dice
que Nada te faltará.