Tú te fuiste un día lunes muy temprano.
Tu partida fue fugaz y repentina,
te marchaste sin haberlo imaginado,
nadie estuvo preparado,
fue tan cruel e inesperado.
La tragedia nos tomó desprevenidos,
y nos golpeó sin avisar,
y destrozó mi corazón en mil pedazos.
Han pasado tantos años desde entonces…
algo así como cuarenta,
yo era un niño todavía,
y no podía asimilar lo sucedido.
La amargura invadió por todos lados,
y el dolor destrozó todos mis sueños,
la impotencia se iba haciendo intolerable,
y mi llanto anegaban tus recuerdos,
no podía soportar tanta crueldad,
no entendía la razón de esta desdicha.
Pero el tiempo despiadado...
con extrema frialdad no se detiene,
va intentando sanar el sufrimiento,
va cubriendo de consuelo este martirio…
pretendiendo esconder este suplicio,
procurando ir borrándolo del alma.
Va intentado hallar alivio a las heridas…
y es mentira…
el dolor sigue ahí como aquel día…
tan punzante y desalmado.
Han pasado tantos años desde entonces…
algo así como cuarenta…
y aun no puedo superarlo.
Nadie sabe la verdad de mi tristeza,
ni conoce el porqué de mi silencio,
nadie entiende el vacío que me habita,
ni tampoco el misterio en mi mirada.
Nadie puede comprender que no estoy vivo…
que ese día yo también morí con ella.