Cubiertas de polvo y sal,
surgen las sombras deslucidas,
tristes porque te llevó la mar,
pálidas sollozan tu partida.
Tu sillón parece abrir los brazos
como si te quisiera abrazar,
intentando dibujar tus trazos
pues tan solo te quiere arrullar.
Las paredes hablan de tu amor,
son testigos de tu ser, de tu voz,
son muros fieles de pasión,
son tapias frías de mi dolor.
Las flores del jardín palpitan,
la fuente esculpe tu figura,
rodeada de aves que se agitan
deseando miel de tu dulzura.
Nuestro tálamo me grita
¿en dónde está mi dueña?
la conozco desde niña
y sé bien lo que ella sueña.
Amor, ya no puedo más,
todo es recuerdo aquí
solo sin ti… es por demás,
¡llévame mi amor a ti!
Llévame a ese lugar,
no importa dónde esté,
déjame mitigar
la tristeza de mi ser.
Andrés Romo