Quiero contarle al cielo con humildad
que mi corazón ya no late lento
que se ha vuelto un órgano hambriento
que se alimenta de nuestra afinidad.
Que envidien nuestra naturalidad
las estrellas en su frío tormento,
que muestren su cruel arrepentimiento
por juzgar mi primera oportunidad.
Primera oportunidad de sentir
que una vez en la vida no hay reproche
y que libremente puedo compartir,
mi deseo de hallarte cada noche,
hasta que Alectrión cante la desunión
de dos cuerpos y un solo corazón.
Emma Ballesté