Diana Alvarado

¿QUÉ DARÍA?

Después de tres cafés, pensé: ¿Qué daría?, ¡qué daría por meterme en su piel, otra vez y disfrutar de su compañía!. ¿Cómo hacer desaparecer esta sed?. Está de más decir que soy de su propiedad.
No pretendo culpar al amor, ni a la edad, al decir que me idiotiza, cuando soy yo misma quien se esclaviza. Bajo mi voluntad, él me utiliza. Y me gusta, ¡claro que me gusta!. Él también lo disfruta, y yo amo cuando me usa, como se quita la camisa. Él cree que en su vida soy una intrusa, aunque tan solo quiero ser su musa, pero a él no le interesa. Ya sé que perdí la cabeza.

Con los animales de testigo, que vestí la piel de él, como abrigo. Me sentí como Artemisa, rodeada de fauna y naturaleza, con su esplendor y belleza. De él soy sumisa, encadenada a su sonrisa, con su mirada que me hipnotiza, de su templo soy la sacerdotisa.