La angustia existencial acompañó su vida,
el tormento mental no tenía salida.
Su aguda poesía dejó fecunda herencia;
amor, melancolía, pesares de conciencia,
los cuales con porfía retocaron su esencia
y la pluma advertía, dolorosa vivencia.
Amante de natura, de perlas su collar,
con trágica ternura se dedicó a vagar.
Su enfermedad mortal la dejó estremecida
decidida un buen día, se tomó la licencia
de acabar su tortura, levitando en el mar.