La tumba es un aposento solitario que profanan los gusanos, ¿Para que preocuparse? Frente a un muro sin puerta me siento en una silla y contemplo los pensamientos de filósofos y poetas qué terminaron en el mismo banquete con gusanos.
Hasta que nada queda. Nadie es gente, son llanuras, venas de ríos. El hacha del viento inquieta a los estrobos cardíacos. Esa manía tan nuestra de expresión de la vida, el amor y el olvido.
Después cesaron las tristezas cuando pude empuñar una botella y en tu copa bebí el llanto.
¡Grita más de prisa!