Preciosa luna de octubre
que brillas como la plata
te miro resplandeciente
llenándome de esperanzas.
Y miro tras la colina
sobre la tundra y montañas
que tus rayos las cobijan
como tierna y suave manta
que se extiende por los prados
y también por las cabañas.
Dime tú, luna de octubre,
¿Por qué el pajarito canta
cuando ve tus resplandores
al llegar la madrugada?
Dime tú, preciosa luna,
que inspiraste una sonata
¿Por qué luces tan hermosa,
como dama enamorada?
Junto a ti, vienen los vientos,
suaves, frescos que me calan
y mi piel van erizando
porque en ella siempre acampan
como acampan los recuerdos
de mi vida ya pasada
en invierno y primavera
al calor de una fogata.
¡Cómo inspiras, bella luna,
lo profundo de las almas!
Porque no soy el primero
que te escribe, que te canta,
porque toda tu hermosura
en las olas y la playa
se refleja como el oro
o zafiros de naranja.
¡Oh mi luna, luminosa,
y culpable en serenatas!
Con las cuerdas de violines,
con trompetas y guitarras,
en las manos de Mariachis
que bajo tu luz le cantan
al amor y la ternura
que desatan las muchachas.
Y hasta los enamorados,
que mirando a la ventana
esperando van ansiosos
que se asome su adorada.
Mi bella luna de octubre
que iluminas hoy mi cara
mi romance te revela
que hasta mi tristeza espantas
porque llega la alegría
cuando miro tu llegada
con tu luz resplandeciente
al dintel de mi ventana
donde se filtran los rayos
que iluminan hoy mi casa
y la oscuridad se esfuma
y me llena de esperanza
si del brillo amarillento
¡Son los ojos de mi amada!
¡Oh noches de plenilunio…!
No terminen, no se vayan,
que la vida mía siga
con su luz… ¡iluminada!