En el camino a mi casa mi madre sembró un pequeño arbolito que al pasar del tiempo en un hermoso arbusto se transformó.
En aquel viejo camino adornaba con sus hojas de un color muy precioso un explosión rojo sangreque dos hileras bordeansalpicado con follaje.
Fue mi hermoso flamboyán embajador de mis primeras letras que aún siendo una niña me vio escribir con amor.
Sus flores como doncellasdanzaban al son de la brisa así brindando a la vistaespectáculo sin igual.
Yo una niña muy pequeña pero con alma de mujer, fui escribiendo mis poemas dejando allí mis recuerdos en su erguido y viejo tronco.
Aquél hermoso arbusto daba sombra para descanso del campesino cansado, y adornaba con sus hojas hermoso aspecto de parasol.
Yo nunca pude olvidarme de mi compañero fiel un árbol lleno de hojas rojas como mi sangre y de cálida tierra caribeña.
Perfecto modelo al pintorque recoge sus colores, para plasmarlo en un lienzo, también al cantor pregonero hablando de su belleza.
Yo me fui, me fui llorando para otras tierras lejanas y conmigo me llevé los recuerdos de mi infancia.
Sobre todo recordando aquél franboyan tan grande dónde quedaron recuerdos, hay uno en particular, que un día cualquiera tallaré.
Cuándo voy a visitar a mis seres más queridos, a éste lugar siempre regreso para evocar ésos tiempos en que escribia mis versos a la sombra de un hermoso flamboyán.
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