Me perdí en los umbrales
de su infalible ironía.
Y de los mustios eriales
la noche negra… subía.
A la luz de los faroles,
dijo que no me quería,
a la luz de los faroles,
su promesa fenecía.
La Luna que se asomaba
de escarcha y melancolía,
buscó la luz de un lucero
para hacerse compañía.
Pretendí que se quedara
y ella sólo pretendía…
ignorar el sufrimiento,
que a mi corazón hería.
Esos rayos de esperanzas
que destellaron mis días,
se extinguieron al instante,
dejándome en agonía.
En la incertidumbre misma
de esa noche cruel e impía,
a la luz de los faroles…
juró que me olvidaría.
Volvió a mis ojos, el llanto…
en esa penumbra fría,
Sentí cuando se alejaba
que el tiempo se detenía.
A la luz de los faroles
dijo que no me quería
A la luz de los faroles
mi ser desaparecía.