De pequeños alcoholes matinales
surgen reminiscencias
como vahos piratas
de leves naufragios,
branquias arrancadas,
como tu blusa blanca
que tanto idealizo
cuando las temperaturas caen,
grácil secuela de la hojarasca
que jadea por nosotros
desde el centro de la galaxia,
porque es un trabalenguas fingido
la pureza última de nuestro beso,
heredero sabueso de tus senos
que emprenden la huida
cada mañana de mal afeitado,
para darte quedo
la despedida que mereces,
siempre a tus pies acentuado.